Orar

La tristeza estaba en medio de sus corazones, nunca la habían experimentado, acostumbrados a actuar rápida y sigilosamente, ahora tenían que esperar desde la trinchera, veían los rostros de aquellos que habían ayudado y salvado anónimamente infinidad de veces y ahora querían destruirlos; no comprendían como alguien podía pagar tanto bien recibido con un mal tan grande.
Su señor estaba siendo herido por las rebeliones de ellos, molido por sus pecados, la angustia y el dolor estaba sobres el rey del universo, los ángeles querían oírlo HABLAR, pero él no abrió su boca; todos los ángeles en el cielo estaban prestos a la menor insinuación de su Dios; como en aquel momento en el huerto, cuando unos cuantos lo capturaron como ladrón, y Pedro saco su espada, algo que Miguel en el cielo añoraba.
Pero esta historia no comenzó en ese momento, sino que se inicio varios siglos atrás, cuando el hombre decidió dejar su condición original de hijo de Dios y se rebeló contra el Padre.
Desde entonces la salvación del mundo se vino gestando en gran manera y era confirmada cuando esos héroes de la fe, orando hablaban con Dios y pedían por la restauración de Israel, por la salvación del pueblo elegido, eran momentos en que ellos se ponían delante de Dios y de rodillas se presentaban tres veces al día como Daniel, para hablar con Dios y agradecerle, alabarle, pedirle sabiduría y revelación de todo lo que acontecía y también, para rogar por su pueblo en el exilio, un pueblo en aflicción; de la misma forma que Nehemías que sabía que solo con oración y ruego delante de Dios, restauraría su ciudad y levantaría los muros de Jerusalén.
Ninguno de los dos debió haber hecho vanas repeticiones, como los magos babilonios o persas que oía Daniel, o como los rezos memorizados que escuchaba Nehemías en la corte del rey Artajerjes, al momento de querer lograr un favor del rey, esas solo eran palabras, tradiciones y formulismos que debían seguir los que humanamente querían algo.

Pero esos dos siervos de Dios, al igual que muchos otros a lo largo de la biblia, y como tú y yo el día de hoy, ponemos nuestro corazón delante de Dios para hablar con nuestro amigo, padre y Señor; y cuando estemos ahí, respetemos su voluntad y esperemos en el, pero siempre clamemos al Dios de la victoria.
Apuesto que los ángeles nunca bajaron sus espadas, ni perdieron el deseo de acabar con aquellos que mataban a su Señor, pero nunca recibieron la respuesta de atacar, por su parte Daniel por sus oraciones cayó en un foso con leones, pero también obtuvo la revelación de muchas visiones y conocía más acerca de su amado, y a Nehemías se le permitió restaurar una ciudad, donde el altar y el culto que habían sido olvidados volvieron delante de la presencia del Señor.
Todos oraron, todos hablaron con Dios y hasta esos ángeles que querían destruirnos esperaron, y hoy llevan las copas de oro, llenas de incienso con nuestras oraciones, esas que salen de un corazón apasionado por Cristo.