Ezequiel 24:15-19
Ezequiel era un gran siervo de Dios, tenía una gran comunicación El y diario recibía su palabra.
Pero ese día no quería levantarse de la cama para orar, estaba contemplando a su bella y amada esposa, pero aun así lo hizo, tenía un primer amor antes que su esposa; pero ese fue el día que recibió esa noticia, la noticia:
Ezequiel 24:15-17 “Voy a quitarte de un solo golpe a la persona que tú más quieres. Pero no te lamentes ni llores; no derrames lágrimas. 17 Sufre en silencio y no guardes luto como se hace por los muertos. No andes con la cabeza descubierta ni vayas descalzo; no te cubras la cara en señal de dolor ni comas el pan que se come en tales casos."
Por cierto el Señor le dijo: “Es para enseñar al pueblo, ahora vete y da la palabra que di para que enseñaras hoy al pueblo”. Además la instrucción fue clara: no llores, ni hagas lamento, ni te comportes como si alguien hubiera muerto.
La cabeza de Ezequiel se nublo y solo podía recordar la imagen de su esposa acostada, no quería dejarla ir y si tenía que suceder quería estar todo el día con ella.
Parecía que Ezequiel se quedaría congelado en su aposento no quería perder la imagen de su esposa…
… pero de pronto apareció algo más fuerte que esa imagen, algo que no nacía de su imaginario, sino que salía de su corazón; aparecía la gloria de Dios, aparecía ese día que lo había llamado, ese día que oyó su voz, entonces la pasión que ardía en el corazón de Ezequiel borro la imagen de su esposa y se para intempestivamente.
Beso a su esposa y salió, salió así sin decir nada, sin despertarla, sin siquiera decir adiós.
La palabra de Dios fue predicada todo el día, el propósito por el cual Ezequiel fue enviado estaba cumplido.
Con el sol cayendo y bañando el pueblo llego a casa y vio como su esposa seguía “dormida”, esperando al Mesías del que su esposo le compartió y a quien el mismo esperaba, por lo tanto no lloro, sino que siguió con su vida, esperando la palabra que se debía predicar al día siguiente y esperando a su Mesías.
Esto es pasión, una palabra que no se habla, sino que se vive.